JP HARRIS
A JP Harris se le conoce en Nashville como uno de los mejores carpinteros de la ciudad, y como uno de sus mejores cantantes country de la vieja escuela. “Squash”, el apodo de su infancia con el que se le sigue conociendo, es una figura barbuda casi mítica, que aparece en concursos de bandas de cuerda y competiciones de violín con sus instrumentos hechos a mano. Ese alter-ego, conocedor de la vieja tradición musical americana, es el que celebra en su proyecto JP Harris’ Dreadful Wind & Rain, donde celebra sus canciones favoritas de los Apalaches, las oscuras melodías que bailó y con las que se emborrachó, en melodías atemporales perdidas en el tiempo. Historias de asesinatos, de demonios, adoraciones y amores perdidos tocadas con su banjo artesanal, que rescatan la tradición oral de los antiguos repertorios de canciones. John R. Miller, por su parte, se crío en el valle de Shenandoah, en el área donde el río Potomac se junta con la interestatal 81. Criado en el catolicismo, primero descubrió el punk y salió a la carretera, hasta que a través de las canciones de John Prince y Steve Earle se encontró investigando el legado de los dioses de Texas; Guy Clark, Townes Van Zandt, Jerry Jeff Walker, Billy Joe Shaver y Blaze Foley, y de ahí, saltó al sonido Tulsa de J.J. Cale, posiblemente su mayor influencia. Su música es un cruce único de folk, country-blues y rock n’ roll, bajo la sombra de los honky tonks, las armonías cálidas y los violines marcando el camino. Ambos se embarcan ahora en esta aventura rescatando la tradición del “american songbook” a la manera ancestral de construir las canciones. Dos repertorios, dos artistas, dos pobladas barbas, que estarán acompañados por la violinista Chloe Edmonstone para traer las más profundas raíces americanas.